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La mente es muy peligrosa.... Y más nos vale tenerla como aliada.

domingo, 19 de febrero de 2012

Las pequeñas cosas de la vida

Amo observar las pequeñas partículas de polvo que vuelan en el aire y que, en contacto con el sol que entra por mi ventana, parecen trocitos de oro.
Amo sentarme en la cocina y mirar al exterior, imaginándome las distintas historias de la gente que pasa; a dónde van, de dónde vienen...
Amo tumbarme en mi cama escuchando música mientras observo mi cuarto, aprendiéndome todas sus imperfecciones, todos sus detalles, todos sus relieves, todas las fotos que tengo colgadas y el lugar que ocupa cada una de ellas.
Amo cuando salgo a la calle y el sol me da directamente en los ojos, porque me encanta sentir como me los ilumina y como sus rayos hace que se vean más bonitos.
Amo las mañanas del fin de semana cuando lo que me despierta no es la alarma, sino el calor del Sol que me baña el cuerpo, que siento como una suave caricia que calienta mis huesos congelados por la noche.
Amo mirar las estrellas y hablarles, pedirles consejo o reírme de mí misma con ellas.
Amo mirar la luna. Me da igual que esté llena, menguando, creciendo o sea luna nueva.
Amo cada vez que abro un libro y sus páginas me reciben y me dan la bienvenida, instándome a perderme en sus historias una vez más, o por primera vez.
Amo el olor de las páginas de un libro, ya sea nuevo o viejo.
Amo el pequeño dolor debido al cansancio que me entra después de cada clase de baile, porque me hace sentir viva.
Amo el tacto de las gotas de agua que recorren todo mi cuerpo al meterme en la ducha y me relajan hasta puntos inimaginables, llevándose todos los pensamientos y preocupaciones por el desagüe. Tanto que pienso que podría quedarme ahí durante horas (y así lo hago a veces).
Amo los olores y la alegría del verano. Pero también amo los colores del invierno.
Amo apoyar la cabeza en el regazo de mi madre y el contacto de sus manos sobre mi pelo, e imaginarme con treinta años de la misma manera: tumbada sobre ella, oliendo el perfume que tanto adoro desde que tengo uso de razón y que siempre me ha dado sensación de seguridad.
Amo apoyarme o abrazar a una amiga, intentando recordar su forma, que me resulta tan cómoda e inventar una historia conjunta sobre dónde estaremos en unos años.
Amo observar el horizonte y pensar que es mi mar. El mismo mar con el que he vivido y que he visto desde pequeña.
Amo ver mi isla desde lo alto del avión cuando voy y la euforia que me invade cuando éste toca tierra.
Amo el aroma que desprende la casa y la habitación de mi mejor amiga porque me transporta de vuelta a mi niñez. Los recuerdos que me vienen a la cabeza cada vez que la abrazo y el sentimiento de poder permanecer  con nuestras risas y nuestras confidencias de esta manera para siempre.
Amo la manera en que la arena se cuela entre mis pies para, cada poco tiempo, ser reemplazada por el agua del atlántico.
Y amo nadar y nadar en ese mar hasta estar tan arrugada como una pasa.
Amo caminar por las calles por las que paseaba con 6 años y observar mi propio cambio y el de los que se encuentran a mi alrededor.
Amo muchas cosas... Pero más que nada, amo las pequeñas cosas de mi vida... De la vida.

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